Pablo Novak, el único habitante de Epecuén
Epecuén Llegar a Epecuén impacta, en el más amplio sentido de la palabra. Es avasallante ingresar por la calle principal, esa Avenida de Mayo que tanta vida tuvo y verla ahora poblada de escombros. Epecuén invita a caminar lento, a observar detenidamente todo y a poner en marcha la imaginación para tratar de rearmar en la mente cómo esas ruinas alguna vez fueron hogares, comercios, plazas, bares, hoteles y tantas cosas más. La soledad se respira por todos lados y el silencio sólo es alterado por el sonido del viento y las aves que insistentemente sobrevuelan el lugar. El encuentro con Pablo Me estaba yendo de Epecuén, después de dos días de visitarla en distintos horarios y de surmirge en su silencio y en el mío. Eran los últimos minutos que pasaba en esa tierra arrasada. Aún con la cámara en mano, caminando h...